El hombre, bueno, culto y gran lector, soñó ser
llamado por el Creador y conducido hasta El
-¿Quién eres? -Jerónimo -¿Y cuál es tu
religión? -Soy cristiano -No puede ser. Me engañas. No puedes ser
cristiano si no sacaste tiempo para leer a Virgilio, a Platón o a Cicerón.
Tampoco has leído nada de Almudena Grandes, Benedetti, Neruda, la Matute o Gabo
¿Me tomas el pelo? Ni siquiera me sabrías decir un título de Saramago, que
aquí, en el Cielo, es algo básico. Tu ficha es penosa. Tampoco aparecen Pessoa,
Mendicutti, ni Wilde. Hasta estoy sospechando que tienes algo contra las
mujeres, los portugueses o los gays... ¡Yo te arrojo de mi presencia! Tendrás
un par de años de vida más para enmendar tus faltas.
Tras la comida en el hotel, un sacerdote de vacaciones
-santo y querido por sus fieles como pocos- fue atendido por la camarera:
-¿Desea algo más? -Sólo necesito un puro y encendido amor
-respondió- Pero como soy cura, no puedo pedir amor: me conformo con el
resto.- La chica guiñó el ojo, comprendiendo, y regresó con un
Montecristo Nº4, y aplicó un fósforo ardiendo, esperando que el hombre cortase
con placer su punta con dos mordisquitos y lo acercase, chupando con gran
placer.
Esta mañana alguien me preguntó a qué dedico el poco
tiempo libre de que dispongo. Descontados trabajo y familia, casa y quehaceres
varios. Tiempo del de verdad. El neto. Ese que suele ser tan poquito. El de uno
mismo.... -Pintura, lectura, música, escritura, tantas cosas.... -Eres un genio
o vives como Dios. Qué bueno. Eres un hedonista. ¡Cualquiera diría de tu
formación cristiana de tantos años...!
Cerca del sueño de Jerónimo, una joven bellísima robó
el corazón de un apuesto general romano. Pero los separaban sus creencias y
nacionalidades. O mejor dicho: los políticos de sus naciones y los predicadores
de sus creencias. Empeñados en que la hermosa pareja no pudiera amarse y
poseerse salvajamente, como en realidad deseaban con locura. El joven general
se arrancó su cíngulo y su loriga: -¡O para amarla, o para quitarme así,
desnudo, la vida! mientras que su doncella querida hacía lo propio con otro par
de cojones -¡Yo misma me quemaré así la carne, y cortaré mis senos! ¡Serán
para él o para nadie! ¡Y menos para uno cualquiera de estos patanes del pueblo!
Y todo esto, en un ambiente ya de por si tenso. En el que el mismo corazón del
Papado estaba en vilo. El sumo pontífice, harto del clientelismo, de la
corrupción y de los trepas, insistía contra toda oposición en que su cargo
fuera elegido limpiamente, por votación democrática. Consultando a las bases,
como en Marinaleda. Y amenazó y cumplió su terrible amenaza. Se envenenó a si
mismo y a toda su familia, bebiendo una letal ponzoña...
¿Y en concreto, qué? -La guitarra. Sobre todo blues,
si puedo. Y rock. Rosendo. Y pintar -Pues ya me contarás....
Monseñor había descubierto lo erróneo de su vida y de
su visión de las cosas. Y se convirtió en el primer defensor de los derechos de
los estudiantes, los campesinos y los obreros. Y por ello fue mandado ejecutar
por los poderosos, que encomendaron la cruel tarea a unos matones. En plena
celebración de la Misa, pretendieron acribillarlo allí mismo. Mas no fue
posible, porque la buena conciencia de los oligarcas se impuso al fin, y
ordenaron detener tal barbaridad. Y tampoco lo hubiera sido porque la Iglesia
entera, sospechando que algo así iba a ocurrir, se personó en el mismo pueblo y
acogió y protegió a su hijo para que no sufriera ningún daño.Y aclarando que,
si así sucediera, sería inflexible buscando a los responsables para
castigarlos -Me gusta vivir. Condenadamente, me gusta vivir. Y me
gustaría que me gustase más. La santa castellana, entretanto, buscaba el
refugio de su celda. En donde la oscuridad y el reposo, el calorcito del sol a
través de la tronera y el vinillo recién trasegado, le conducirían en poco a un
nuevo y prolongado orgasmo. Me gusta Van Gogh. Y Howlin Wolf. Y la Creedence. Y
Michelangelo. El flamenco con fino y el metal con cerveza. La guitarra de Paco.
Y Podemos. Y montar en moto lloviendo. Me gustan los libros que me hagan
pensar: pero no pensar de cualquier manera. Me gustan los libros que me
hacen creer que, en lo que sea, yo estaba equivocado... Sí. Puede decirse
que soy cristiano. Pero cristiano hedonista. Estoy de jornada continua. No
acostumbro a dormir a siesta, como hago ahora. En la de hoy, me dormí con
un libro de vidas de santos que me aburrió y cayó sobre mi cara. Pero
estaba al revés.
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